Los sesgos cognitivos.

Nuestro cerebro está sesgando la información constantemente y ya sesgada se almacena, formando parte de nuestra memoria y de nuestros recuerdos. Un sesgo cognitivo es una interpretación errónea sistemática de la información que nos influye a la hora de procesar y tomar decisiones. Ya almacenados los recuerdos también el simple hecho de traer al presente un recuerdo lo cambia y ya no se almacenará igual.

El hecho de que nuestro cerebro nos engañe es un efecto secundario de las limitaciones de nuestros propios sentidos.

Una de estas lagunas se produce en nuestro campo de visión, que tiene puntos ciegos que el cerebro rellena con la información ‘maquillada’. Normalmente las ilusiones ópticas se aprovechan de esta ventaja para engañar al cerebro mediante la colocación de formas en nuestros puntos ciegos.

Un ejemplo son las ilusiones ópticas, nuestro cerebro le da forma a estas manchas negras y rellena los huecos haciéndonos ver dos perros dálmatas.

Cada vez que accedemos a una memoria la estamos cambiando.

Por la Neurociencia hoy sabemos que lo que estamos haciendo al acceder a estas memorias que están almacenadas a largo plazo, es identificarlas, recordarlas y volverlas a almacenar, y que este acto de retirarlas del almacenamiento y volverlas a almacenar las cambia, porque lo que sentimos al recordarlo también es diferente.

Por eso podemos decir que el cerebro es notoriamente poco fiable, a menudo inventa recuerdos y confía en los indicios para rellenar los vacíos de nuestra compresión. Almacenamos la información ya sesgada por nuestros filtros, filtros como nuestros sentidos que son limitados o nuestras mismas creencias negativas o un proceso más complejo como es la disociación podría explicar todo esto.

 

Este engaño no es una ventaja evolutiva.

Pero es una manera de acelerar la capacidad de procesamiento. No cambia mucho a la hora de sobrevivir que yo rellene los huecos faltantes. La mayor parte de las veces este engaño es inocuo porque el cerebro, aunque no percibe la realidad tal como es, sí realiza una simulación bastante aproximada.

 

Tenemos tendencia a sesgar.

Un nuevo estudio (2017) demuestra que nuestro cerebro prefiere esta ‘visión falsa’ a lo real.

Según los expertos de la Universidad de Osnabrück, en Alemania, a la hora de elegir entre dos objetos visuales idénticos – uno generado internamente en base a la información del punto ciego y uno externo-, el cerebro es sorprendentemente propenso a mostrar un sesgo hacia la información interna.

Así que la percepción es fruto de nuestra imaginación.

Los impulsos neuroquímicos liberados cuando soñamos, fantaseamos o alucinamos son indistinguibles de los que se agolpan en nuestro cerebro cuando si experimentamos dichos episodios
Es decir nuestro cerebro no distingue entre imaginación y realidad.

Y en el trabajo terapéutico, cómo nos influye esto?

En terapia no trabajamos con la verdad ni con la descripción de los hechos tal y como ocurrieron, trabajamos con la verdad emocional de la persona que lo recuerda. Para nosotros es más importante qué sienten al recordarlo que el recuerdo en sí, porque sabemos que nuestro cuerpo tiene memoria somática y procesar trauma también significa poder procesarlo a nivel cognitivo y a nivel somático.

Nuestro cuerpo nunca miente, nuestro cuerpo lleva la cuenta de todo.