El estar constantemente conectados nos desconecta de nosotros mismos.

Todo el tiempo estamos consultando el móvil, mirando las redes sociales, contestando whastapp… vivimos en el mundo virtual. Vivimos conectados a la red y cuanto más buscamos esta conexión externa más nos desconectamos de nosotros mismos y de nuestro cuerpo.  Da miedo pensar como se anticipó a esto la película de animación de WALL·E.

Cerebro Sobreestimulado
Vivimos en un mundo en el que nuestros hijos son nativos de la tecnología, han nacido con una tablet bajo el brazo. Diferentes expertos están ya alertando de las consecuencias que tiene estar constantemente delante de una pantalla, en áreas como el aprendizaje y la atención de niños y adultos. Tenemos un cerebro sobreestimulado que no sabe pararse, no sabe aburrirse y la vida le pasa lento si no hace nada.

Perfil obsesivo en la población
Y yo me pregunto si la tendencia a la obsesión que cada vez vemos más en la consulta de nuestro centro Itipa tiene que ver con esta costumbre de vivir en nuestra cabeza y por ende, vivir desconectados de nuestro cuerpo. Recordemos que el mecanismo de la obsesión es algo a lo que todos recurrimos en algún momento con algún tema, especialmente nos enredamos y entramos en bucle con pensamientos relacionados con el miedo a cometer errores, a ser rechazados, a quedarnos solos o a no ser queridos. Cuando esta tendencia a la obsesión nos impide hacer una vida normal lo llamamos trastorno obsesivo compulsivo, cuando se centra en las enfermedades lo llamamos hipocondría, cuando se centra en el cuerpo/comida lo llamamos trastrono de alimentación y así un largo etcétera.

Si a esto se suma alguna situación traumática en la que hemos sentido emociones de manera muy intensa y nadie nos ha enseñado a gestionarlo, podemos relacionar sentir con sufrir. Uno de los objetivos de la terapia por tanto sería encontrar ese momento en el que hemos aprendido a desconectarnos de nuestro cuerpo para evitar el sufrimiento, y así sobrevivir de la única manera que conocemos.

El trastorno obsesivo y todas sus variantes es uno de los trastornos que más sufrimiento y malestar genera en las personas y hoy me gustaría dar unas pequeñas pinceladas para aprender a bajarnos de la rueda del pensamiento obsesivo.

Me doy cuenta de que estoy en el bucle
Lo más difícil es darse cuenta de que estamos en el bucle de la obsesión, es como si estuviéramos en la cueva de Platón viendo el mundo sin saber que sólo vemos las sombras. Así que el primer paso es darse cuenta de que estoy en el bucle, en el pensamiento circular o en la imagen obsesiva.

¿En qué me ayuda a pensar así?
Como la obsesión se mueve en el plano cognitivo y verbal una buena estrategia puede ser hacerme esta pregunta para intentar darme cuenta de que no es útil girar y girar sobre lo mismo todo el rato.

¿A qué tengo miedo? Qué no quiero sentir?
Sería importante también darme cuenta de que la obsesión es un mecanismo mental para evadirme de algo físico con que no quiero conectar. A lo mejor no quiero sentir el miedo a ser rechazado o el miedo al fallo.

¿Y ese miedo cómo se siente en el cuerpo?
Intentamos cambiar el foco al cuerpo, no puedo calmar no que no quiero sentir o ver. Puedo por tanto hacer atención plena a la sensación física del cuerpo. Lo observo desde la curiosidad, lo describo y lo etiqueto, doy espacio a la emoción y a la sensación física, es algo pasajero, si no me peleo con ella pasará.

Cambio el foco

Cambio el foco e intento resolver el problema real, no el imaginario
Si mi temor se refiere al rechazo a lo mejor tengo que preguntar a la persona adecuada para resolver mi duda o tolerar que no puedo caer bien a todo el mundo.

No obstante si la tendencia a la obsesión te ocupa gran parte del día o si sientes que estás constantemente alerta o que tienes una gran necesidad de control externo, y que todo esto te hace sufrir enormemente sería importante que te plantearas consultar con un profesional de la psicología.

Mayo 2.022